
No sé si os ha pasado alguna vez que, después de confiar en alguien, os ha dejado totalmente vendido. Es algo que pasa habitualmente. En la Roma Clásica ya se daba y nos ha dejado curiosas historias, en las que no se sabe dónde empieza la realidad y termina la leyenda.
Así, está el caso de Augusto, que le confió tres legiones a Varo para que combatiera contra los germanos. Estamos hablando del siglo I d. C. Varo cruzó el Rhin y se introdujo en el bosque de Teotoburgo, lugar sagrado para las tribus. Una vez allí, Arminio, líder de los queruscos, y sus tropas se cepillaron a las tres legiones e hicieron caer todos los estandartes de Roma en sus campos.
Cuentas las leyendas que Augusto estuvo vagando por sus dependencias, se dejó crecer la barba y el pelo hasta el ridículo, gritando: "Varo, Varo, devuélveme mis legiones". Después de la batalla a los romanos les entró el canguelo y dejaron, durante medio siglo, la frontera de su imperio en el Rhin.
1 comentario:
nunca prestes tu boli, ni tu coche, ni tu mujer, ni tu legión
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