martes, 16 de septiembre de 2008

Justicia


No soy un gran cinéfilo, pero sí tengo claro que lo mínimo que le pido a una película es que me entretenga. Si bostezo, miro el reloj o pido a Dios que me mate considero el espectáculo como un fraude. 

El pasado lunes 15 fui a ver Che, el Argentino. Por primera vez en mi vida me dormí en una sala de cine. Huelgan más comentarios.

Lo único que se salva es el bonito detalle de que al final de la película sonó Fusil contra fusil, de Silvio Rodríguez. La verdad es que encajaba bastante bien con el tono propagandístico de la cinta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es una película excelente. Estarías con resaca.