Sobre la pena de muerte y la cadena perpetua sólo decir que no hay mayor pena que la de vivir en el odio y en el rencor, aunque a veces es difícil y comprensible que sea así.
Quizás se debería aplicar más el sentido común a la ley, y diferenciar al que ha cometido un error y puede cambiar del que no.
También es verdad que discenir entre un caso y otro está cercano a jugar a ser dioses.
Se abre el debate...
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