lunes, 27 de octubre de 2008

Cojo manteca


A mí me hace mucha gracia cada vez que alguien refiere que la literatura actual es la única contestataria. Nosotros tuvimos un Bukowskiy llamado Francisco de Quevedo. Un tiparraco que estuvo en la cárcel por decir lo que pensaba, que no le importaba hacer la pelota de manera miserable al poderoso que pudiera ayudarle o despedazar inmisericorde a quien no le cayera bien. Un escritor libre y a la vez lleno de dependencias e hipotecas.

Ya en el Siglo de Oro nos dejó perlas como ésta:


SACÚDESE DE UN HIJO PEGADIZO

Yo, el menor padre de todos
los que hicieron ese niño
que concebistes a escote
entre más de veinte y cinco,

a vos doña Dinguindaina,
que parecéis laberinto
en las vueltas y revueltas,
donde tantos se han perdido;

vuestra carta recibí
con un contento infinito
de saber que esté tan buena
mujer que nunca lo ha sido.

Pedísme albricias por ella
de haber parídome un hijo:
como si a los otros padres
no pidiérades lo mismo.

Hágase entre todos cuenta
a cómo nos cabe el chico;
que lo que a mí me tocare
libraré en el Antecristo.

Fuimos sobre vos señora,
al engendrar el nacido,
más gente que sobre Roma
con Borbón por Carlos Quinto...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

qué culto q eres! me encanta!
besoss

maribel

Latorre dijo...

Creo que me confunde con algún otro señor. :)

José M. García dijo...

No veo claro los objetivos