Ironías

Creo que la prueba irrefutable de que Dios no existe es el caso de Beethoven y Borges.

El divino divino Ludwin Van sufría sordera desde niño y en su madurez se había quedado completamente sordo. Aún padeciendo esta carencia pudo seguir componiendo. De hecho, la Novena Sinfonía la escribió como una tapia. Cuenta una leyenda que cuando terminó la obra pensó que había sido un fracaso porque no sentía el apluaso del público. Cuando se dio la vuelta comprobó que estaban boquiabiertos. Aún así, me mola más la Quinta, posiblemente la mejor pieza épica de la historia.

En el caso de Borges las cosas no fueron mejores. Desde pequeño tuvo problemas de visión, que desembocaron en una ceguera en la edad adulta. Pero pudo seguir escribiendo (dictando) y leyendo (hacía que le narraran). Escribió Jorge Luis:

Nadie rebaje a lágrima o reproche

esta declaración de la maestría

de Dios, que con magnífica ironía

me dio a la vez los libros y la noche.

Lo mejor es que ambos sabían de su mal, y eso les provocó una lucha contrarreloj por componer antes de quedar aislados. Me recuerda levemente el caso de Anthony Burgess que, creyendo que tenía un tumor cerebral fulminante, escribió La Naranja Mecánica para que su familia pudiera vivir de los derechos de autor.

Todo prueba que Dios existe.

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