Es significativo que ya existen pruebas para intentar pillar a las máquinas en un renuncio. En un acto de prudencia, hemos establecido pequeños mecanismos de control para saber cuándo el fulano que tenemos delante es un señor de Socuéllamos o en un artilugio hijo de Bill Gates y de la mano del hombre. Podemos destacar, grosso modo, tres:
El test Captcha: Acrónimo de Completely Automated Public Turing test to tell Computers and Humans Apart (Prueba de Turing pública y automática para diferenciar a máquinas y humanos). Son los códigos deformes que aparecen en muchas páginas y que evitan que una máquina mande spam ya que no puede asociar los dibujos a letras o números.
La prueba de Turing: El principio fue expuesto en los años 50 del siglo pasado. Un juez hace preguntas a dos seres, situados en otra habitación. Por las respuestas, que se supone que deben ser contestadas por escrito (aunque todo se andará), éste debe descubrir quién es máquina y quién persona. Hasta el momento, ningún ordenador ha superado esta prueba.
La prueba Voight-Kampff: Pertenece al universo Blade Runner. Basa su utilidad en comprobar la empatía del sujeto al que se somete a examen. Se supone que los andrides no pueden asimilar sentimientos ajenos al no ser humanos, aunque no sé qué pasaría si se sometiera a esta prueba a alguien con el síndrome de Asperger.
Y con esto ya me callo, ya amanece y no quiero abusar del permiso.
5 comentarios:
Siempre seremos más viciosos que ellos.
Po zi.
Curioso el blog.
Saludos
Creo que la mayoría de las máquinas, como la thermomix o la ps3, son mejores personas que muchos seres humanos.
El ser humano hace tiempo que se olvidó de ser humano...
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